Querida, ilusión.
Sé que tú y yo acabamos de conocernos, por tanto, debe ser
algo raro que te pase una carta así, sin más. Descuida no es nada malo lo que
quiero decirte. Soy, como ya sabes, un fanático tuyo y admirador, por supuesto.
Mis ganas de escribirte son solo un modo de expresarte gratitud y contarte un
poco lo que veo en ti, sin mi nerviosismo habitual y frases sin final.
Te he querido escribir porqué no he encontrado un mejor modo
de agradecerte por lo mucho que me has venido enseñando sin querer y lo bien
que me ha hecho conocerte; ¡qué digo conocerte! Es el hecho de hablarte,
interpretarte y sobretodo, disfrutarte. Uno contigo, pasa los mejores momentos;
aún sin que tú lo notes, yo disfruto mucho de ti y tu compañía.
Antes de continuar, quiero dejarte algo en claro. Por muy
aventado que parezca, es la primera vez que me animo a hacer la tamaña locura
de hablarle a alguien que no me conoce. Cuando veo los primeros mensajes que te
mandaba, me doy cuenta de que tengo mucha suerte de poder ser hoy, leído por
ti. A veces suelo ser un poco repetitivo y hasta obstinado con mi modo de ser,
lo hago, pero sinceramente no es mi afán molestarte cuando formulo muchas veces
la misma pregunta, “¿te aburro?”, por poner un ejemplo. Como tú hay muy pocas
personas, puedo asegurarlo aunque, no tenga un círculo social muy numeroso. En
definitiva, tengo demasiada suerte de poder compartir mis ideas contigo y más
suerte aún, de que tú lo hagas conmigo. Solo trato de conservarte.
Ahora, una vez aclarado mi interés por ti, quisiera contarte
algunas cosas. A decir verdad, las cosas que escribo, las comparto con muy
pocas personas y tú serás una de ellas por miles de motivos; el más importante,
porque me generas confianza aun cuando solo hemos hablado unas pocas veces.
Cuando te vi por primera vez, debo confesar que me atrapó tu
belleza ¡Qué bella eres! pero como te dije, tienes un mundo detrás que puede
cautivar a cualquiera; un mundo que brota por tu sonrisa y tus bellos ojos,
pero perceptible solo para quienes contemplen tu perfecta armonía. ¿Sabes qué
pensé aquella vez? Que tenía que hablarte, al menos cruzar un par de palabras
contigo y en definitiva, estoy muy feliz de haber tomado el valor. He ganado
demasiado contigo. Eres la sublimación de la perfección.
Mucho tiempo después de aquel curso que llevamos juntos,
cuando ya casi ni me cruzaba contigo, para mala suerte mía; respondiste a uno
de mis tantos mensajes que deje en Facebook. Cuando lo hiciste, empezaste a
alegrarme la vida, mejorarme el ánimo y cambiar mi actitud; gracias por ello.
Tienes el don de influir mucho en la vida de las personas, eso se nota cuando
me hablas de lo mucho que quieres a tu hermana, por ejemplo; y puedo distinguir
que la unión con ella es gracias a lo mucho que tú aportas a su vida (y seguramente,
ella en la tuya también). Eres alguien que marca su entorno.
En el fondo, no sé exactamente a donde voy contigo, y por
favor, te pido que no me veas como ese alguien que busca aprovecharse de ti o
busca algo más contigo que sea deshonesto; eres una de esas casualidades que he
forzado incipientemente y pretendo, sola y únicamente, que seas feliz. Lo sé,
lo sé; es raro, ¿por qué tendría yo que buscar que tú seas feliz? para ser
sincero, ni yo lo sé; cuando busco las imágenes que te mando, repito esa pregunta
muchas veces; da igual, en mi vida muchas cosas no tienen sentido y no tiene
caso ponerse a pensar la razón de ser de mi interés porqué estés bien. El punto
es que me encanta verte sonreír y lo haré mientras lo permitas.
Me alegraría mucho saber que te sientes igual de feliz que
yo, sin embargo, no es importante que me lo digas, tus sonrisas sobran para
continuar con el insaciable intento de hablar, cada vez, un poquito más
contigo. ¡Claro! Sin quitarte mucho tiempo, sé que tienes familia, amigos, iglesia,
tiempo para ti; no pretendo invadirlos, te lo aseguro y perdóname si alguna vez
lo he hecho. Todo esto que he escrito, solo para que sepas que, en mi tienes
una persona en la cual confiar; que siempre estará dispuesto a ayudarte,
escucharte o lo que fuera; y a acompañarte si así lo deseas. Gracias por el
tiempo que me regalas.
Por último y para no ser tedioso a la vista, miles de gracias
por devolverme las ganas de escribir. Hace mucho que no me sentaba a escribir
algo que emana de mi interior; eso te lo debo a ti. Me has devuelto las ganas
en muchos sentidos y me has generado motivos para otros. Siempre he creído que redactar
una carta es el mejor modo de hacer llegar ideas a alguien que te interesa
mucho; como te has dado cuenta, por el “whatsapp” soy pésimo.
Sin más, me despido. Gracias y espero que podamos seguir
conversando por mucho tiempo más. Eso me hace sumamente feliz.
D.A.M.C.